celos y celotipia en el alcoholismo.

Psicopatología: Celos y celotipia en el alcoholismoDelirio de infidelidad.

Según Bartolomé Llopis y su "psicosis única".  

Tema V. Psicopatología y fenomenología del delirio y paranoia.  

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  Adjunto resumen y estudio psicopatológico de la celotipia en el acohólico, la alucinosis alcohólica y el delirium tremens.  

Ver FENOMENOLOGÍA DE LA CELOTIPIA    ,   

HISTORIA DE LOS CELOS.   Y  PARANOIA DE KRAEPELIN. 

 

            Ver escritos psicopatológicos de Bartolomé Llopis.

En “La psicosis única”. Editorial Triacastela. Madrid 2003,

Fundación archivos de neurobiología. Serie Historia y teoría de la psiquiatría. Edición  de José Lázaro.

            “las ideas de celos de los bebedores” (1954) y “el delirio de infidelidad múltiple” (como caso clínico peculiar de “delirium tremens”) (del Dr. Escudero Ortuño)

En homenaje a Bartolomé LLopis Lloret (1905-1966).

Nacido en Villajollosa (Alicante), con 15 años empezó a trabajar de telegrafista en Alcoy, y con veinte se trasladó a Madrid, donde inició medicina. Apasionado por la hipnosis, se desilusionó al percatarse de que todos las psicoterapias (incluido el psicoanálisis) “son meras sugestiones”.

A partir de 1929, fue interno de Sanchís Banús (H. Provincial de Madrid, ver su epónimo o Psicosis paranoides de los ciegos), y discípulo de Láfora y Sacristan.

En 1934, afiliado a Izquierda Republicana, era Capitán médico y  jefe servicios psiquiátricos Madrid Centro. En su psiquiátrico ocultó a personalidades del franquismo, haciéndolas pasar por locos, para evitar linchamientos.

En 1940 sufrió un “expediente de depuración”, y vivió su “exilio interior”, retomando el trabajo de telegrafista. Vivió la pobreza, la enfermedad (TBC) y la marginación.

Convaleció en el Sanatorio del Dr. Esquerdo, y allí conoció a Castilla del Pino. (ver Pretérito Imperfecto). En 1944 se le permitió trabajar de médico, y fue interino del H. Provincial de Madrid (dirigido por J.J. López Ibor).

En 1959 perdió su plaza, y se dedicó a sus investigaciones psicopatológicas, hasta que le conceden, en 1962, plaza de director del psiquiátrico de Alcohete (Guadalajara) , y con él marchó Antonio Colodrón. Abandonó el cargo en 2 años, y en 1964 se le diagnosticó un carcinoma pulmonar, dedicó sus últimos días a su libro “dialéctica de la psicopatología”.

“le interesaba la filosofía griega y conocía bien a Ortega y a Husserl. Heidegger y Sartre no le agradaban demasiado. Se consideraba deudor de Turró, Cajal, Kraepelin, Bleuler y K. Schneider. Le interesó la nueva farmacología y la irrupción del LSD,...” (comunicación personal de Rafael LLopis).

Su obra la “Psicosis pelagrosa”, “la Psicosis única”, “la celotipia alcohólica”, “el delirio de los litigantes ”, suponen una aportación universal a la psiquiatría.  

Ver texto: La psicosis única. Escritos escogidos de Bartolomé Llopís. Ed. Triacastela. (con introducción de José Lázaro).

Psicopatología de los celos. Resumen y comentario al texto de B. Llopis.

Carácter patológico de los celos: Las ideas de los celos son patológicas, es decir, delusivas, cuando no sur­gen como una interpretación objetiva de acontecimientos externos reales sino como una elaboración de fantasías internas, a favor de las cuales se desfigura la verdadera significación de aquellos acontecimientos.

-Pero esto no quiere decir que las ideas delusivas hayan de ser rigurosamente falsas.

-Serán falsas por el mecanismo de su origen, pero pueden coincidir con la realidad

-El hecho de que, en realidad, existan motivos externos que justifiquen los celos, no quiere decir que tales celos tengan que ser normales.

-Aunque el paciente perciba estos motivos externos y los valore adecuada­mente, junto a tales interpretaciones correctas hace también interpretacio­nes falsas por proyección delusiva.

-Lo importante es que, existan o no moti­vos reales y sean o no adecuadamente valorados por el paciente, éste proyecte en el mundo externo, es decir, viva como si fueran realidades  externas, sus propias ideas fantásticas, nacidas de la exaltación de su libido y “degeneración moral del alcoholismo”, sobra la vida sexual del la pareja.

-Tales ideas delirantes pueden aparecer junto a ideas de infidelidad plenamente justificadas. Así, nos insiste Llopis.

-el carácter patológico de los celos será mucho más evidente cuando se trate de celos incestuosos, de homosexualidad, y de delirio de parentesco de hijos.

-cuando los celos se apoyan en alucinaciones auditivas y visuales, también serán más típicas del alcoholismo.

-“un delirante celotípico no deja de serlo porque se confirme un adulterio conyugal”.

A propósito de uno de tales enfermos, decía irónicamente G. de Clerambault:

«Plût au ciel, Monsieur, qu'il suffise d'être cocu pour n'être point malade!»

« ¡quiera el cielo señor que bastase ser cornudo para no estar enfermo¡ »

 

Lo esencial es el mecanismo genético íntimo de tales ideas.

Muy instructivo, en este sen­tido, es el siguiente párrafo de Kraepelin:

Carácter patológico de los celos

A menudo es muy difícil excluir la justificación de las ideas de celos mani­festadas por el bebedor. Su conducta lleva muchas veces a un alejamiento ver­dadero, serio y permanente de los cónyuges, que tiene que facilitar el camino al adulterio. Decisivo para nuestro juicio ha de ser siempre el modo de fun­damentar sus celos el bebedor. Los celos suelen ser ciegos como el amor, pero casi nunca dejarán dudas sobre el origen delusorio de los celos la seguridad con que el enfermo saca sus conclusiones de puntos de apoyo que no dicen nada, la fuerza convincente que les atribuye incluso para los demás y, final­mente, la intervención ocasional de vivencias fantásticas.

Así, podremos lle­gar, en ocasiones, a la conclusión de que unos celos, que parecen justificados por las circunstancias reales, tienen que ser considerados, sin embargo, como patológicos a causa del modo peculiar de fundamentarse.

Esto se ve con espe­cial claridad si consideramos con qué frecuencia el bebedor se mantiene completamente indiferente frente al real y público adulterio de su mujer, mientras que la delusión le conduce siempre a descargas violentas”

 Kraepelin dixit

 

LAS IDEAS DE CELOS DE LOS BEBEDORES Y la Alucinosis celotípica de los bebedores .

Dentro de la delusión de celos de los bebedores, en los casos más graves, con más profunda perturbación del estado de la conciencia, pueden surgir ideas de persecución y alucinaciones auditivas.

-Cuando unas y otras aumenten en intensidad hasta dominar el cuadro clínico, ya no se habla de delusión, sino de alucinosis alcohólica.

-Los límites, sin embargo, entre ambos cuadros psicóticos están mal definidos; existen transiciones fluyentes.

 

Ideas de celos a través del estado psíquico de la alucinosis

  Según  B. Llopis.

 Hasta ahora las ideas de celos se han movido, como dice Kraepelin, en el terreno de lo posible, incluso de lo probable.

--Dentro de la alucinosis alcohólica, ya no cabe duda del carácter patológico de los celos.

-Lo característico de las ideas de celos en la alucinosis es que el enfer­mo oye voces que hablan de la infidelidad de la mujer.

-Un enfermo, reclui­do en la clínica, oyó una voz de mujer que decía: «¡Anda, ahora que estás aquí, se está entendiendo con un vecino!».

Otro enfermo oía decir constante­mente a sus compañeros de trabajo comentar los deslices de su mujer. Otro afirmaba que oía voces que decían su nombre, le insultaban, le decían que su mujer le ha engañado, que sus hijos no son suyos, etc.

Otros oyen a su propia mujer, que les dice que ella es «una mundana», que se va con otros hombres o que está en ese momento con ellos: «Ahora estoy con Fulano. Ahora estoy con Mengano».

-Las voces les insultaban muchas veces; les lla­man cabrón y maricón.

-Casi siempre las ideas de celos, en la alucinosis, aparecen unidas a ideas de persecución. Creen que les envenenan. Muy a menudo, aseguran que les dan un veneno mezclado con el vino.

-Parece, en estos casos, que los enfermos se dan cuenta de su intolerancia al alcohol, pero, en lugar de interpretarla correctamente, son arrastrados por su recelo y su desconfianza a la creencia de que, con fines hostiles, se han añadido a la bebida otro tóxico.

-La angustia y, con ella, la impresión de hallarse per­seguidos, acorralados y expuestos a muerte inminente dominan muchas veces el cuadro clínico de la alucinosis alcohólica.

-Las ideas de celos pue­den entonces perder relieve o combinarse con las ideas de persecución.

-En ocasiones, la angustia y el pánico se hacen tan insoportables, que el enfer­mo se suicida o intenta hacerlo por cualquier medio.

 

 Diagnóstico diferencial de la alucinosis con la esquizofrenia:  

La alucinosis alcohólica ofrece muchas dificultades diagnósticas fren­te a la esquizofrenia, nos dice B. Llopis.

-Los cuadros clínicos de ambas enferme­dades pueden ser idénticos.

-Los que creen en la existencia de signos espe­cíficos de la esquizofrenia son llevados por este prejuicio a diagnosticar de esquizofrenia muchos casos de alucinosis alcohólica-

-Esta enfer­medad pueden presentarse todos los síntomas de la esquizofrenia.

-La idea de hacer depender el diagnóstico del curso agudo o crónico es igualmente errónea.

-En la alucinosis alcohólica, y a pesar de la abstinencia, el curso puede ser crónico y hasta progresivo.

(Ver citas de  Kraepelin y Benedetti sobre el curso de la alucinosis)

-Aparte el conocimiento de los factores etiológicos (abuso de alcohol o antecedentes esquizofrénicos) y de la edad de comienzo (adulta o juvenil, respectivamente), apenas hay signos que puedan pesar importantemente en nuestro juicio diagnóstico.

-Se ha pretendido destacar pequeñas diferencias de matiz en el modo de vivenciarse las alucinaciones. (diferencia fenomenológica entre alucinosis y psicosis esquizofrénica).

-Cuando en un cuadro alucinatorio desempeñen un papel importan­te las ideas de celos, debemos pensar siempre en la probabilidad de una alu­cinosis alcohólica.

-En las formas de transición entre la alucinosis y el delirium tremens, apenas ofrece ya dificultades.

-Existencia de alucinaciones corporales, visuales y dérmicas.

“como si les corriesen bichos por el cuerpo” o presentan ais­ladas y fugaces pseudopercepciones visuales.

-Bastante típica la percepción, alterada o deformada, de los rostros humanos.

-Un enfermo veía la cara de su mujer con granos o man­chas.

-Otro la veía como si tuviera, en lugar de la suya, una cabeza de ser­piente.

-Otros ven las caras coloreadas, rojas «como diabólicas», verdes, etc.

Tales pseudopercepciones tienen muchas veces, delatando ya su perte­nencia al delirium tremens, un carácter movible y metamorfótico.

-Un enfermo ve figuras despierto, cuando cierra los ojos; se trata de personas deformadas, con un ojo en la frente, que se cambian en seguida y se escapan en cuanto quiere fijarse en una. Ha visto también caras de animales (cocodrilos) en personas.

 -Otro enfermo decía: «Vi  hombres y mujeres, algunos con caras deformes, gestos torcidos; viejos con barba, y una plan­ta que había frente a casa se convirtió en un traje de mujer, verde, en figura de rana.»

-Pero cuando las pseudopercepciones táctiles y, sobre todo, visuales alcanzan una cierta importancia, se ha sobrepasado ya la alucinosis alcohó­lica y se ha entrado en el delirium tremens.

 

 Delirio celotípico de los bebedores

(delirium tremens alcohólico de contenido celotípico)

-En la delusión de celos de los bebedores, los enfermos, como hemos visto, perciben correctamente, desde el punto de vista sensorial, el mundo que les rodea; lo único que hacen es interpretarlo erróneamente para hallar una jus­tificación externa a sus ideas de celos.

-En la alucinosis, se altera ya la per­cepción sensorial del mundo y los enfermos creen escuchar su propia des­honra matrimonial voceada por diversas personas, incluso por su propia mujer.

-En el delirium tremens ya no se limitan los pacientes sólo a oír pre­gonar la liviandad de su mujer, sino que creen ver con sus propios ojos la consumación del adulterio.

-En algunos casos intermedios, que apenas pueden calificarse todavía de delirium tremens, se presentan aisladamente fugaces y, a veces, dudosas pseudopercepciones visuales.

-Un enfermo, por ejemplo, asegura que ha visto a su mujer, en el campo, fornicando con un hombre y hasta con su pro­pio hijo. Otro nos refiere:

“Hoy por la tarde he visto a la que, desgraciadamente, fue mi mujer. Iba con un niño en brazos; era un niño de ella y de un hombre. Le decía a ese hom­bre: «mi marido me viene siguiendo». “Ella desapareció de nuevo, pero yo di la vuelta y la encontré con un muchacho alto. Entonces ella decía: «estamos perdidos». El otro se echó las manos a la cabeza, diciendo: «¡Ay, Dios mío! ¿Qué hacemos ahora?» ¡Y luego dicen que estoy ido de la cabeza” .. Lo que estoy es nervioso. ¡Ella tiene lo menos cuarenta tíos!

Cuando se desarrolla ya toda la florida sintomatología del delirium tremens, las ideas de celos dan origen a un cuadro muy característico, -descrito hace unos años, en colaboración con Escudero Ortuño- bajo el nombre de:

 Delirio de infidelidad conyugal múltiple.

-En tales casos, las típicas aluci­naciones visuales múltiples y movibles: animales, muñecos, hombres que desaparecen en cuanto el paciente trata de cogerlos (alucinaciones mágicas, chasqueantes o engañosas, de Bonhoeffer), son elaboradas por el enfermo en el sentido de una fantástica vivencia de adulterio. -Ante sus propios ojos, un grupo de hombres, a veces uniformados o vestidos de un modo muy semejante, entra en la alcoba conyugal y -uno solo o varios de ellos- se introducen en la cama con la mujer.

-Cuando el paciente trata de cogerlos, se escabullen, se hacen invisibles, se filtran por la pared, desaparecen detrás de un armario o, lo que es especialmente frecuente, bajo las sinuosidades del colchón, etc.

-Con relativa frecuencia, los enfermos, que creen ver desaparecer a sus rivales en las anfractuosidades del colchón, arremeten contra éste a puñala­das, lo deshacen o le prenden fuego. Un enfermo acuchilló también, por el mismo motivo, una butaca.

-Un caso interesante, en el que desempeñan todavía un papel importan­te las alucinaciones auditivas, es el de un enfermo que decía de sus rivales:

“Cuando aún no veía yo nada, me hablaban al oído y me decían que iban a venir a acostarse con mi mujer. Luego, ya los vi. Iban con trajes corrientes. Se metían entre el jergón y el colchón. Yo les decía: «Pero ¿no os asfixiáis ahí?», y ellos me decían que les dejara dormir. Eran cuatro hombres. Yo les oía que decían: «Ahora, cuando se vayan éstos (mi hermano y yo), ya nos ocuparemos de ellas (mi mujer y mi cuñada)”.  “Querían acostarse con ellas. Se metían debajo del colchón, por lo visto, esperando a que nos fuéramos mi hermano y yo”.

“Veía siempre a los cuatro hombres debajo del colchón”.

“Hablaban en una lengua como si fuera el caló de los gitanos. Lo que sí les entendí es que decía uno: «En cuanto se marchen éstos, nos entendemos con las mujeres».

-Otro enfermo ve en su casa, por la noche, varios hombres dando un espec­táculo maravilloso de ilusionismo: unos tubos de goma, por medio de unas manipulaciones especiales, se convierten en muñecos de distintos colores, que evolucionan de una manera muy artística.

-Los hombres buscan sinuo­sidades en la pared y desaparecen. «Yo llegué a encender cerillas y no había medio de verles; se hacían invisibles», dice el paciente. Mientras los otros realizaban estos juegos, uno de los hombres se metía en la cama con la mujer. Cuando el enfermo trató de cogerle, «se puso como en cuclillas y desapareció» .

-Un tercer enfermo afirmaba que había más de cien hombres en su habitación, que estaban sus compañeros y sus jefes y que todos habían ido allí para acostarse con su mujer. «Se metían en la cama con mi mujer, y salí­an. Se metían debajo de la manta, pero ... ¡era tan rápido! ... ¡uno! ... ¡otro! ... Uno entraba y otro salía. Estaban como en cola». Iban vestidos de distintos colores. «Cuando tú querías echarles mano, ya se habían escapado.»

-Un cuarto enfermo creía viajar acostado en la cama con su mujer, den­tro de un camión. Dentro del camión había también guardias, vestidos con uniforme azul. Al principio, dice que esos guardias se metían en la cama con su mujer; luego, rectifica y dice que no, que sólo se metió un señor bien trajeado, que cree que era un carterista. Decía angustiado: «¿Hay derecho a esto, señor guardia? ... Pero ¿no ve cómo la agarra, cómo la abraza? ... ».

-Junto con la visión de su supuesto deshonor conyugal, los pacientes sufren todas las otras típicas alucinaciones del delirio: animales, hilos o gomas, agua, etc., todo en perpetuo movimiento y en rápida transformación.

-Es frecuente que el supuesto adúltero sea un solo hombre, por lo que quizá parezca inapropiado el calificativo de «múltiple» para este delirio de infidelidad conyugal. Sin embargo, lo típico es que existía una multiplici­dad de hombres, y aunque a veces sólo haya un actor, los demás son, al menos, espectadores, cuando no cómplices, del adulterio.

 De todos modos, si se quiere evitar esta designación, se podría hablar de delirio de adulterio burlesco, nombre que no prejuzga nada sobre el número de adúlteros y que acentúa, en cambio, el carácter mágico o chasqueante de las alucinaciones y el hecho de realizarse el adulterio ante el propio marido.

Puede hablarse –concluye Llopis- de delirio celotípico de los bebedores, pero sin olvidar que se trata de casos de delirium y no de delusión.

Empleando el término “delusión”,  “alucinosis” y “delirio celotípico de los alcohólicos”  se hace más justicia a este cuadro clínico.

 

Hasta aquí la celotipia alcohólica de B. Llopis. Sirva de homenaje a nuestro excelso psiquiatra del exilio interior,  célebre por su trabajo sobre la "psicosis pelagrosa" y firme entusiasta de la Psicosis única. 

Batolomé Llopis. En “La psicosis única”. Editorial Triacastela. Madrid 2003,

 ¡esto no está en el DSM - 5 ¡. 

 

Forma de contactar con el organizador:

Carta a:  Dr. J. L. Día Sahún..

Seminario de Psicopatología descriptiva y fenomenología”

 Hospital Universitario Miguel Servet. Servicio de Psiquiatría

Paseo Isabel La Católica 1-3. 5.009 Zaragoza. España.

Tf: 976 76 55 00.  FAX: 976 76 56 12.

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